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Un Día Como Cualquier Otro

Aquí te cuento:

¿Cómo se vive un día en un país desértico? Una descripción  poética y bastante corta de un día común en mi vida en Qatar, donde las temperaturas promedio del verano puede alcanzar entre 96 y 116 ºF.

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Abejas muertas tras la tormenta de arena (fotografía macro)

Estuve en el comedor con la puerta de cristal abierta y la botella amarilla llena de agua. Rocié las matas del jardín mientras pensaba en cosas de las que ahora, diez minutos después, ya no me acuerdo. Lavé a duras penas las lozetas del piso de la terraza; el calor era como el de un horno gigante donde no había convección por que no se movía ni un soplo de aire y no había gradientes de temperatura que pudieran desafiar el estado estático de esa atmósfera gruesa. Observé volar a una abeja atontada navegando en un círculo corto entre las plantas. Pobre abeja, pensé; quizás se muera con este calor y sin ningún sitio mejor donde esconderse que la hoja exhausta de nuestra trinitaria. Bueno, al menos si se da prisa tendrá unas gotas de agua que beber antes de que estas se evaporen y vayan a parar a alguna otra parte del mundo.

 

Si sopla el viento hacia el norte quiz s lleguen a Turquía o Bahrein. Si sopla el viento hacia el sur, llegarán a los Emiratos Árabes sobre los cuales volarán e irán a estrellarse sobre las montañas, algunos meses verdes, de Omán o del Yemén. Si el viento sopla hacia el noroeste, pasarán sobre Egipto, cruzarán el mediterráneo, llegarán a España. Si, si, si, si siguen por donde van, ¿quién sabe a dónde? Mi tiempo vuela, mi sudor se insinúa, mis cachetes rojos, cinco minutos más y luego al refugio.

 

Finalmente cerré la puerta de cristal; y es hora de escribir de nuevo. Hay una historia que me está llamando para que le dé vida y me ha prometido sacarme de la pantalla de la computadora, de mi oficina y de esta estufa enorme que por ahora es mi hogar.

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Dátiles verdes en una tormenta de arena

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Dátiles verdes

Las horas pasan como pasan los recuerdos y los días indiferentes ruedan sobre un eje invisible, me dejan atrás. Cuando llega la noche y el vapor con olor a mar se asienta en los techos cuadrados de las casas, las aceras, las palmas de dátiles como un perfecto sauna al aire libre, yo cierro todas las cortinas, cierro mis ojos, abro mis sueños, busco dejarlo todo y aceptarlo todo exáctamente como es.