Amor y felicidad, estar juntos, buena comida es lo que les deseo a todos durante este año 2022
Aquí te cuento:
Acerca de mis vacaciones de Navidad en Francia, de la buena comida y bebida y de cómo añadí una resolución de Año Nuevo a mi lista. Entre Lens y París, cajas viejas, cajas nuevas y recuerdos, algunas cosas cambian, uno vive en otro país como vive en otro planeta, pero a donde quiera que voy felicidad y cariño es lo que más anhelo.
Estamos a fines de enero y esta es mi primera publicación del año 2022; apropiadamente, esta describe los últimos días de 2021.
Vamos a hablar de la Navidad, crecí con la Navidad e incluso ahora que no soy religiosa, espero esta temporada con mucha alegría y amor. Las Navidades para mí representan muchas cosas, pero sobre todo, es la temporada para estar con la familia, y cuando eso no es posible, con amigos cercanos. Todos tenemos familias diferentes pero ideas similares de lo que es y no es la familia. A veces las familias constituyen maravillosos ambientes seguros, personas que nos conocen y nos aceptan tal y como somos; pueden ser solidarias, amorosas, los testigos de la historia de nosotras mismas. Las familias también pueden ser tóxicas e inflexibles, incluso frías. Puedes mudarte a otro país y te tratan como si te hubieras muerto o te hubieras ido a vivir a otro planeta y nunca te llaman, incluso si los chats de video son gratuitos y están constantemente conectados a su cuenta de FB. Sí, de ti es que hablo, Sr. C.—Pero sobre todo, las familias son una mezcla de muchas cosas porque están compuestas de individuos y los individuos tienen sus vidas y los altibajos que conlleva el vivir, a veces pasar la Navidad en familia resulta mejor que otras veces. Y a veces, puede hasta ser aburrido. Eso ni me molesta ni me intimida; mi filosofía es que siempre que se pueda, la temporada Navideña es para pasarla en familia. No importa si algunos días de la Navidad son más divertidos que otros, sigue siendo Navidad y siento alegría hasta por aburrirme con mi familia porque lo más importante es estar juntos.
Estos últimos años, el Covid ha hecho que tratar de pasar tiempo con mi familia sea aún más dificil. Por lo general, mi esposo y yo nos turnamos para pasar la Navidad con mi lado de la familia en Puerto Rico o con su lado de la familia en Francia. En 2020 era el turno de Francia pero no pudimos viajar debido a la pandemia y también porque nos estábamos preparando para mudarnos al Reino Unido y no pudimos hacer que la logística funcionara de manera razonable. Así que cambiamos el año de nuestra Navidad francesa a 2021.
El viaje fue un reto; hubo caos en los aeropuertos yendo y viniendo, especialmente con todas las pruebas de Covid y con asegurarnos de seguir las directivas que seguían cambiando y que parecían diseñadas para arruinarle el viaje a cualquier turista. En Inglaterra, las instrucciones eran un poco confusas, pero finalmente fue fácil coger una prueba de Covid en el carro, cómodamente sentados y sin tener que bajarnos. Regresar al Reino Unido desde Francia fue otra historia; un revolú molesto, desorganizado. Incluso nos topamos con un bruto que se enfadó con nosotros cuando estábamos haciendo la fila para hacernos la prueba antes de regresar. Afortunadamente, ese tipo sólo quería joder y quejarse, mientras nosotros queríamos ignorarlo y seguir con lo nuestro y finalmente todo funcionó a la más o menos y pudimos hacernos nuestras prubas. Francia tiene muchas cosas maravillosas; la buena organización no es una de ellas. Podría tener más que decir sobre esto, pero no vale la pena malgastar mi tiempo, así que sigo adelante con mi historia.
Si hay algo más de lo que se trata la Navidad más allá de la familia es la buena comida y bebida. Francia es un lugar extraño para mí porque es el lugar del mundo donde como alimentos de la más alta calidad y también donde más frecuentemente me cae mal la comida. En parte podría ser por mi propia culpa porque soy una comensal tenaz y aventurera; por lo general yo me atrevo a comer de casi todo dos o tres veces, ya que asi he adquirido el gusto por algunos de mis platos favoritos. Después de varios intentos, algunas cosas acaban gustándome much anque hay cosas que jamás convencen a mi paladar. Otras cosas terminan más abajo en mi cadena alimenticia y las abandono cuando me dan acidez estomacal y/o intoxicación alimentaria, pero el gusto por investigar lo exótico nunca se me borra del todo.
De hecho, durante los primeros años de mi matrimonio, siempre pasé mis vacaciones de Navidad en Francia con malestares estomacales de intesidades variadas. Pero no siempre es lo mismo. Por ejemplo, la última vez que estuvimos en Francia hace un par de años, fueron mi esposo y su familia quienes sufrieron las consequencias de una comida un tanto agresiva; por lo general tienen estómagos adaptados localmente que pueden procesar casi todo, pero ese año todos comieron ostras frescas y todos se enfermaron. Yo ya había decidido, después de varios intentos, que las ostras no son para mí; nuestras sobrinas y yo evitamos las ostras y la intoxicación alimentaria. Felizmente, todos los demás también sobrevivieron para comer otro día.
Pero en serio, en Francia se come bien y el sabor de la comida siempre me hace olvidar el último malestar y me motiva a aventurarme de nuevo, con deleite, en las legendarias maravillas de la cocina francesa. Lo esperaba con muchas ganas esta temporada y no me ha decepcionado. Las tradicionales ostras navideñas estaban allí, también muchos de mis platos favoritos, tarte au maroilles, welsh rarebit, foie grass con pain d'épice, ternera a la plancha con coles de Bruselas, bizcochos y panecillos y pastelería dulce y aromática, chocolate, chocolate y más chocolate. Tengo que decir que no soy muy fan del chocolate y que traté de resistirlo, pero mientras estuve en Francia no tuve mucha fuerza de voluntad. Especialmente deliciousas fueron las trufas de chocolate que hizo mi cuñada con nata fresca, cacao en polvo, chocolate negro derretido y un poco de azúcar. ¡Y las ensaladas! Frescas y crujientes, condimentadas de forma exótica, chicoree con pera, ajo fresco, piñones y pipas de calabaza tostadas, todo cubierto con vinagreta casera y aceite de oliva al tartuffo traído de Italia. Las botellas de vino blanco, que habían estado en la bodega el tiempo suficiente para ser espolvoreadas con simpatía, contenían un vino añejado un poco más allá de su punto perfecto y que, dorado en las copas de cristal, se desvanecía en sutiles notas florales al ser bebido. Yo podría escribir un tratado exclusivamente sobre las cosas buenas que tomamos y comimos durante las vacaciones, el agua, el vino, no solo de Francia, también de Alemania, Hungría y otros lugares de Europa que mi suegra ordena para ocasiones especiales, las cervezas del norte de Francia y Bélgica, el Perlé que compramos en la tienda de jardinería de Rovroi y el vino de albaricoque y los sabrosos chutneys de frutas y verduras que trajimos de Inglaterra para compartir en familia y que complementaban nuestro foie grass tan sorprendentemente bien.
Pasamos cinco días en París antes de dirigirnos a la casa de mi esposo en la región de Nord Pas de Calais. El camino entre su ciudad natal y París es bastante monótono, con una mezcla de zonas industriales que gradualmente dan paso a llanos paisajes agrícolas industrializados, que en esta época del año lucen mayormente grises y húmedos.
Saboreamos muchas comidas preparadas en casa, pero también comidas en la casa traídas de otro lugar, incluidas las pizzas de entrega a domicilio de Pizza Hut.
“Pizza Hut”, dices, “¿estás bromeando?” Excepto que Pizza Hut en París tiene sabores como queso fresco de cabra y miel con salsa blanca crème fraîche, o tartiflette con lardons, ingredientes para pizza que no puedes encontrar fuera de Francia. Las pizzas fueron tan buenas como suenan. No hubo restaurantes parisinos exóticos para nosotros, al menos no esta vez, pero para no decepcionar, salimos a comer una vez en el norte de Francia, a nuestro pequeño restaurante favorito en toda la región, Le Pain de la Bouche.
A unos pasos de la estación del tren de Lens, en una hilera de edificios cuya aparience grita europeos, viejos y usados, se encuentra un pequeño y encantador lugar, con sillas incómodas y una decoración rural de principios del siglo XX, que no es para nada un lugar turísticoy quebatiende principalmente a los locales y tolera a las extrañas mujeres americanas que se presentan con ellos de vez en cuando. Podría hablar más sobre esto, pero me parece más útil que mires las fotos a continuación; el restaurante también está en TripAdvisor, he puesto el enlace aquí.
Después del día de Año Nuevo, volvimos a París. ¿Qué hicimos allí además de comer? No mucho. Limpiamos nuestro apartamento, cambiamos de lugar varias cosas, abrimos algunas cajas que habían estado en la unidad de almacenamiento del sótano desde la renovación. Una cosa sobre abrir cajas viejas, incluso si están etiquetadas, las descripciones son en los términos más generales; abrir estas cajas es como cavar en busca de tesoros y tesoros a veces es lo que una encuentra. En una de esas cajas encontré fotos enmarcadas de mi familia y yo, del tiempo en que estaba terminando la escuela graduada y justo después de recibir mi doctorado. Ya sabes, el tipo de foto en las que aparecen algunas de las personas más importantes en tu vida, como tus padres, tus hermanos, tú misma en un estado mental más joven y simple. Fotos en las que todo el mundo está mostrando los dientes con sonrisa de digan cheese.
Quizás por eso a los pocos días soñé con mis padres; estaban tan felices como los vi unas cuantas veces durante su largo matrimonio. Tampoco es que hubieran admitido ser particularmente infelices, pero la base de su relación siempre fue polémica, interesante también, algún día probablemente debería escribir más sobre eso. De todos modos, yo estaba con ellos en mi sueño y yo era feliz. Mi esposo estaba allí en la periferia del sueño, no visto pero nunca lejos de mi conciencia de todos modos; debido al ambiente general, supuse que él también era feliz en mi sueño. Mi hermano mayor: también allí y también feliz.
Me volví hacia mi papá y le dije: "Esta es la primera vez que me visitas en Europa".
Y fue entonces que entendí algo muy importante, toda esta felicidad del mundo de los sueños no se debía a nada en particular que sucediera durante el sueño, simplemente se debía al hecho de que estábamos todos juntos.
De alguna manera, aún dormida, yo sabía que toda esa unión era un espejismo que se evaporaría al despertar, pero la sostuve con fuerza en mis manos oníricas y la sentí cálida, viva, construída con alas de mariposas, imaginación y recuerdos.
Aceleremos el tiempo hasta hoy que hace frío y llueve y no hay nadie más en este apartamento excepto yo y un gato que duerme. Esto es lo que aprendí: estar juntos es una alegría suave, tan suave que muchas veces no apreciamos su valor verdadero.
Creo que todavía puedo agregar a mis resoluciones de Año Nuevo y elijo agregar lo siguiente, cultivar más unión en mi vida, incluso si puede ser un poco aburrido de vez en cuando. Ahora necesito averiguar cómo precisamente es que voy a convertir en realidad mi nueva resolución.
¡Feliz año nuevo 2022 a todos!